Si bien ya se han escrito aquí algunas entradas relativas a la metodología AMFE, me gustaría aportar mi granito de arena y exponer mi visión y experiencia, dándole un enfoque que integra herramientas provenientes del mundo de la creatividad y visualización, y que intentan mitigar las dificultades que el AMFE presenta, de forma que fluya más fácilmente y se maximicen los beneficios que esta potente metodología presenta.
¿Por qué AMFE?
En el año 2002, una compañía comercializa un difusor aromático con velas del tipo mostrado en la imagen (basado en información publicada por el U.S. Consumer Product Safety Commission – CPSC):
Durante el período de su comercialización, la empresa recibe varios informes sobre porta-velas que se calientan en exceso.
Como consecuencia, la empresa emite una llamada a revisión de 80.000 unidades del difusor aromático, ya que la llama de la vela que se encuentra en el interior de la base puede asomar a través de los agujeros de ventilación, con el riesgo de provocar quemaduras en el usuario.
Parece lógico pensar que, con una metodología preventiva adecuada, este fallo de diseño se podría haber evitado, con el consiguiente ahorro de costes y perjuicio en la imagen de marca de la empresa.
Concepto de AMFE
El Análisis Modal de Fallos y Efectos es una herramienta de identificación y análisis de estos riesgos. Es una metodología que identifica y evalúa las potenciales formas en las que un diseño, sistema, proceso o servicio puede fallar, jerarquizando los riesgos y proponiendo acciones preventivas y correctoras que los eliminen o minimicen su frecuencia o sus efectos en el cliente.
Es decir, hace hincapié en la prevención y eliminación de problemas y riesgos, por encima de la corrección una vez han aparecido. Se ve fácilmente que esta forma de trabajar es más eficaz y económica que el corregir problemas una vez se han producido.
El Análisis Modal de Fallos y Efectos aborda la identificación, eliminación o reducción del riesgo, haciendo un análisis de toma de decisión de los riesgos que se está dispuesto a asumir.
La metodología se basa en que no todos los problemas tienen la misma importancia. Ayuda a establecer una jerarquía que permite abordar los problemas en función de su gravedad, y no en función de su urgencia.
Si esto no fuera así, es decir, sin esta jerarquización, se perdería el sentido de prevención y de mejora continua que el AMFE persigue, y se enfatizaría únicamente en la velocidad (resolvamos esto cuanto antes y pasemos al siguiente problema).
El esfuerzo por esta mejora continua hace del AMFE un documento dinámico, que va cambiando al mismo tiempo que lo hace el sistema, diseño, proceso o servicio. Por lo tanto, el AMFE en un documento vivo.
En definitiva, el motivo más importante para llevar a cabo un AMFE es la necesidad de mejorar. Y esta mejora ha de entenderse como la posibilidad de poner un producto o servicio en el mercado en un tiempo inferior (adelantando a la competencia), con un coste inferior, y con un aumento de la calidad, tanto real como percibida.
Autor: Manu Alvarez
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